Tener que lidiar con un amigo que se ha pasado con empinado el codo el  es una situación muy desagradable. Puede que a muchos les resulte divertido que haya algún borracho en la fiesta, pero pasarse con la bebida no tiene ninguna gracia, y la situación puede derivar en algo complicado e, incluso, conflictivo.

Cuando una persona se emborracha, no es consciente de que tiene que parar, ni de lo vulnerable que es, ni de los riesgos que corre.  Lo bueno de tener un amigo cerca es que siempre está disponible para acompañarte a casa como en este caso.

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