Todos lo hemos vivido en alguna ocasión: nos hemos despertado mas malos que un perro, los párpados casi grapados, como si la noche anterior hubiéramos corrido quince kilómetros sin parar y dormido tres cuartos de hora. Nos hemos incorporado lentamente, gimiendo y lloriqueando, y entonces hemos notado el martilleo en las sienes y detrás de los ojos. Hemos mirado la hora en el móvil. Sí, llegamos tarde. Mi jefe me mata.
Hay pocas cosas peores que trabajar en esas condiciones. Quizás el café tibio y las letras de Extremoduro.
El protagonista de nuestro vídeo, no toco más remedio que trabajar un día de resaca y claro esta.. que puede salir mal.